Sara Acosta
Parece que esta vez es la buena. El coche eléctrico ha llegado para quedarse. Los elementos se han reunido para hacer que este invento del siglo XIX dé por fin el salto comercial a gran escala. Una industria automovilística en pleno descalabro, mayor conciencia medioambiental, el empeño del cambio climático, el baile de precios del petróleo y por fin, el empuje político, han dado la señal de salida.
Ahora bien, habrá que tener paciencia. La revolución verde será una transición tranquila. El vehículo eléctrico tiene muchas cartas para ser el rey del transporte urbano mundial de los próximos años. Pero por ahora sólo es un príncipe haciéndose mayor y aprendiendo el oficio de la mano de su antecesor, el híbrido. En definitiva, el exitoso Toyota Prius ha abierto la senda de un “interesante, viable y atractivo camino por recorrer”, explica José María López, subdirector del Instituto Universitario de Investigación del Automóvil, de la Universidad Politécnica de Madrid.
“A corto y medio plazo, los vehículos híbridos tendrán un mayor desarrollo debido a que su tecnología está ya desarrollada y se ven favorecidos por las actuales políticas públicas”, explica este experto. Se trata, a fin de cuentas, de los primeros modelos en haber demostrado que la industria automovilística puede reducir sus humos contaminantes.
Han necesitado, no obstante, algún empujón político, a su vez rendido al consenso científico de la necesaria reducción de gases contaminantes.
Los modelos híbridos se habrán consolidado en 2014, según los expertos, el mismo año en el que el ministro de Industria, Miguel Sebastián, prevé repartir en el mercado español un millón de los futuros eléctricos.
La cifra no deja de ser una mera estimación. De nuevo la sesuda opinión de quienes trabajan entre bastidores devuelve el debate a la realidad. “No hay estadísticas de crecimiento de demanda de coches eléctricos en España”, dice un experto. No obstante, la carrera de la maltrecha industria automovilística por hacerse con este nuevo maná parece ser sólida.
“Muchos de nuestros competidores están haciendo mucho ruido con el coche eléctrico, pero ¿cuántos habrá realmente en el mercado durante el próximo año?”, se preguntaba ayer en las páginas de este diario el vicepresidente ejecutivo de Toyota Europa, Didier Leroy. Desde el Insia auguran que “en 2012 se espera que la oferta de modelos híbridos y eléctricos en el mercado español alcance entre 20 y 30modelos diferentes”, explican.
Si la industria y los consumidores quieren, estamos de nuevo ante un episodio histórico del transporte. Y esta vez será a escala global. China e India, a la cabeza de los países emergentes, no esconden su impaciencia por motorizarse.
Y mejor si esa escalada se realiza de la forma más inocua posible para el medio ambiente. No es sólo la opinión de los ecologistas. Hace poco más de un año, el presidente de Renault- Nissan, Carlos Ghosn, reconocía que si chinos e indios suben a sus muchos millones de habitantes a un coche, “el planeta explotaría”.
Todo está por hacer en la nueva perspectiva eléctrica que se perfila. En primer lugar, se necesita afinar aún mucho la tecnología que permita echar a rodar a los automóviles del futuro. El principal escollo para los investigadores es la autonomía de las baterías.
“El incremento de la densidad de energía, la capacidad, seguridad, duración, ciclos de carga y descarga, así como una mayor estandarización mecánica y eléctrica serán los principales retos técnicos”, explican desde el Insia. Las baterías actuales permiten una autonomía media de 150 kilómetros.
De modo que los eléctricos, al menos al principio, están abocados a los trayectos cortos. Los tiempos de carga rondarán entre 30 minutos y ocho horas.
El suministro eléctrico abre un nuevo vínculo entre el sector energético y el sector del transporte, así como un sinfín de servicios relacionados con la gestión de la “movilidad eléctrica”, según la jerga técnica, que vincule las compañías de suministro y los operadores de red con los fabricantes y los usuarios de los automóviles.
“Los vehículos puramente eléctricos, debido a su condición de emisiones cero en su punto de uso y menos potencial de emisiones de gases de efecto invernadero, se consideran la opción más limpia y marcarán los hitos del transporte sostenible”, según López.
Para ello deben estar vinculados a las energías renovables. El desarrollo de los eléctricos ha abierto de nuevo la veda al viejo debate sobre el futuro de la energía nuclear que, a fin de cuentas, apenas emite gases contaminantes. Junto a la energía del átomo, la eólica, la más desarrollada en España, podría ser una de las más beneficiadas si el coche eléctrico se consolida en el mercado.
Tal y como se perfila la recarga de estos automóviles deberá hacerse de noche, en las horas de bajo consumo eléctrico. En este sentido, “aumentaría la demanda de energía, lo que supondría menos recortes a la energía eólica y fomentaría su desarrollo”, explican desde la Asociación Empresarial Eólica, patronal del sector.
El coche eléctrico planteará además un nuevo desarrollo urbanístico, para evitar, entre otros problemas, atascos a gran escala y costes prohibitivos de recarga. Su uso dependerá de la facilidad de acceso a la red, de forma que se requerirá un gran despliegue de postes y estaciones de recarga y muchas dosis de imaginación para inventar infraestructuras diferentes en función del tipo de vehículo (bicicletas, motos, coches, etcétera).