Cedió seis veces su saque y en 2010 totalizó sólo cinco
se puede ver el vaso medio lleno. O medio vacío. O vacío del todo. Rafa Nadal, en su estreno en el US Open frente al kazajo Andrey Golubev, lo dejó medio lleno aunque el kazajo fuera un break arriba en cada uno de los sets, aunque dispusiera de siete bolas de set en el segundo y pese a que se colocara 5-2 y tuviera dos veces saque para adjudicarse el tercero. Al final, 6-3, 7-6 (1) y 7-5 tras 2 horas y 49 minutos de lucha.
Golubev, el número 98 del mundo y que venía de romper una racha de 17 derrotas seguidas, se lo jugó todo a la carta de riesgo (41 winners y 59 errores no forzados por 18/16 de Rafa) y, como era lógico, perdió aunque con suspense. En un partido contradictorio, la sensación que quedó es que el vigente campeón sufrió. De hecho, perdió seis veces su saque cuando en el 2010 totalizó cinco y llegó a cuartos sin tacha, pero dejó datos y actitudes para la esperanza: una punta de 214 km/h con el servicio (su récord es de 217) y medias con primeros de 185; y el saque fue clave el año pasado. También una buena gestión del partido en los momentos comprometidos, aunque Golubev no fuera ese top-ten que no hubiera perdonado tantas oportunidades. Y, sobre todo, ese espíritu de lucha que le ha hecho ir siempre en los torneos de menos a más. Nicolas Mahut, que ganó en cinco sets, al colombiano Farah, debería permitirle ir cogiendo más ritmo.
“La gente lo olvida, pero el año pasado (se fue a dos tie-break con Gabashvili) comencé muy mal aunque no perdiera mi servicio”, recordó Rafa, que suele ir carburando al paso de las rondas. A Nadal se le echó en falta la agresividad que se hace esencial en pistas duras, pero dejó el sello de que la rabia le remueve las tripas. Eso es bueno. Como que tenga seis partidos por delante antes de verse con Djokovic. Y que el próximo sea ante Mahut.