FORT MYERS, Florida — Jason Varitek pasó 15 temporadas como el estoico soporte de los Medias Rojas de Boston, con una mirada de hielo que nunca parpadeaba y una quijada de hierro que nunca temblaba.
La resistencia y tenacidad que definieron su carrera e impulsaron a los Medias Rojas de vuelta a la cima del mundo del béisbol cedieron finalmente el jueves por la noche cuando el capitán se despidió.
Con su esposa y tres hijas a su lado, así como sus padres y decenas de compañeros observándolo a unos metros de distancia, un Varitek emocionado anunció oficialmente su retiro.
“Mis compañeros de equipo”, afirmó con la voz temblorosa y los ojos llenos de lágrimas, son “lo que voy a extrañar más. Lo más difícil es dejar a tus compañeros y lo que han significado para ti a través de los años”.
Si Dustin Pedroia es el corazón de los Medias Rojas y el dominicano David Ortiz es el alma, Varitek era la columna vertebral de acero que sostenía todo junto.
Fue el receptor en cuatro partidos sin hit, participó en tres Juegos de Estrellas, ganó dos anillos de campeonato y libró un memorable pleito a golpes con el astro de los Yanquis Alex Rodríguez que le granjeó la simpatía de los aficionados de Boston para siempre.
“No sólo has sido nuestro capitán, has sido nuestra roca”, dijo Tom Werner, presidente de los Medias Rojas. “Has personificado el estilo de juego fuerte, agresivo, intensamente competitivo que ha caracterizado a nuestro club durante el período que has estado aquí”.
Los Medias Rojas adquirieron a Varitek y a Derek Lowe en un canje con Seattle por Heathcliff Slocumb en 1997. El catcher pasó las siguientes 14 temporadas ayudando a transformar a Boston de un club que parecía bajo el efecto de un maleficio y que torturaba a sus aficionados al sucumbir en los momentos clave a uno de los equipos dominantes de este siglo.