El conflicto de Ucrania ya entró en su Ssgundo año.
Por Sadiel Lebrón
Las sangrientas luchas que se viven allí son realmente crueles.
Ambos lados, rusos y ucranianos, pierden cientos de soldados a diario, y las pérdidas de vida de la población civil se multiplica.
Y lo que debemos preguntarnos aquí es ¿por qué no pararla ya? La pregunta suena fácil, pero la respuesta es bien díficil.
Esto se debe a que Estados Unidos y sus secuaces de la OTAN y la Unión Europea no quieren que termine. Quieren cortar de raíz a Rusia y todo lo que sea de origen ruso, hasta su lenguaje.
Escucho y leo en los medios de los llamados países occidentales que el conflicto armado en suelo ucraniano es un capricho imperialista de Vladimir Putin y su ambición de restaurar la Unión Soviética.
Pero viendo la situación, me atrevo a decir que es todo lo contrario.
Por mucho tiempo, Putin ha abogado por un mundo equitativo, donde las potencias o países mas desarrollados convivan en iguales condiciones y que los países pobres y pequeños se desarrollen, pero sus sugerencias fueron y han sido ignoradas con prepotencia por los líderes estadounidenses y europeos.
Lo curioso es que Europa vivía una época própesra haciendo negocios con Rusia. Pero las ambiciones globalistas de Estados Unidos no compartían esos logros.
Por eso, el Péntagono, el Congreso y la Casa Blanca y sus respectivos inquilinos crearon una ruta para destruir esos acuerdos ruso-europeos, y para cercar cada vez más a Rusia en su propio territorio.
Primero, Estados Unidos y la OTAN permitieron el ingreso de varias ex-repúbicas soviéticas, y países del bloque del este europeo -que en la época de la Guerra Fria estaban alineados con el Kremlin-.
Luego en 1998, con George W. Bush como presidente estadounidense, la OTAN sugirió permitir la entrada precisamente de Ucrania y de Georgia al bloque military, lo que desató la ira de Rusia y su posterior esntrada en Georgia para savaguardar los territorios e intereses de la población rusoparlante de Osetia del Sur y Abjasia. Ambos territorios ya se habían declarado independientes de Georgia.
Y en 2014, el golpe de estado, patrocinado por la embajada de Estados Unidos en Kiev, al legítimo presidente electo Viktor Yanockóvich por parte de fuerzas nacionalistas radicales propició el rechazo de la población de la región del Donbas, en su mayoría de descendencia rusa. Esto provocó una sangrienta guerra entre el nuevo gobierno ucraniano, encabezado por Petro Poroshenko, y las autoplocamadas repúblicas de Donetsk y Luhansk. También provocó un referendo en la region portuaria de Crimea, que al final se reunificó con Rusia.
Ya para el 2022, la situación estaba en un punto muerto, tras los fallidos acuerdos de Minsk, mismos que fueron violados por la parte ucraniana y la OTAN, que llenó de armas y proporcionó entrenamiento y asistencia militar a escondidas a los regimientos de Azov -considerado un grupo mercerario nazi por Rusia- con la clara idea de tomar por las fuerzas el Donbas y desatar un baño de sangre.
Esto son, a mi entender, los detonantes para la actual operación militar rusa.
Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN han demostrado y siguen demostrando que su único interés es detruir a Rusia y adueñarse de sus inmensos recursos naturales y su petroleo, y el peón para este objetivo es Ucrania.
Ya lo dijo el presidente Joe Biden, lucharán hasta el último ucraniano para derrotar a Rusia y lograr ese objetivo.
Sin embargo Rusia ha demostrado que a pesar de sus fallas en su incursión militar, es una nación fuerte, con mucha historia, y que no es Iraq, Afganistán ni Siria, sino la principal potencia nuclear del mundo y eso hay que tomarlo muy en serio.