POR ANTONIO ANDRAUS BURGOS
Felipe Alou, como se le conoce a este formidable dominicano en el mundo del béisbol, pero cuyo nombre de pila es Felipe Rojas Alou, viene a constituirse, para nosotros, en unos de los más emblemáticos dirigentes latinoamericanos en las Grandes Ligas.
Su caballerosidad, su don de gentes, su trato con los peloteros, su inclinación por jugar el béisbol al estilo caribeño, le han dado un puesto de privilegio entre tantos y tan buenos dirigentes latinos en la Gran Carpa.
Con 17 años en las Grandes Ligas como jugador de 9 equipos, comenzando con los Gigantes de San Francisco y terminando en los Cerveceros de Milwaukee, con más de 2.000 indiscutibles conectados y más de 200 estacazos de circuito completo despachados, Felipe se afiebró por el béisbol, y se constituyó en dirigente en 1992, con los Expos de Montreal, y concluyó su faena de 14 años como capataz, con los Gigantes de San Francisco, en el 2006.
Durante ese prolongado trabajo de estratega, este dominicano acumuló 1.033 victorias contra 1.021 derrotas, para promedio de 503.
Pero aquí vale la pena citar que Felipe estuvo en la cima de la Gran Carpa con aquél equipo de sensación de los Expos, en 1994, cuando ocupaba el primer lugar de la tabla en su circuito y estaba llamado a ser el equipo a derrotar en la Liga Nacional en la postemporada y, quizás, por qué no, llegar a la Serie Mundial.
Todo quedó a mitad de camino, cuando ese año no se desarrolló el Clásico de Otoño por la huelga de los propietarios de los equipos que terminó inesperadamente con la temporada, el 12 de agosto, y que obligó a que la de 1995 se iniciara tardíamente, el 5 de mayo con calendario recortado a 144 partidos por equipo, si no es por el fallo de la juez latina, hoy integrante de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, Sonia Sotomayor.
La doctora Sotomayor, jurista de origen boricua pero nacida en Nueva York, fiel aficionada de los Yanquis de Nueva York, en el fallo obligó perentoriamente a las partes a regresar al campo de juego, después de 234 días de parálisis, prohibiéndoles a los dueños de las franquicias utilizar a jugadores sustitutos para reanudar las acciones y levantando el veto del valor en los contratos con los peloteros, para romper el tope que habían propuesto los propietarios de las novenas.
Felipe Alou se quedó con la la frustración de no haber ganado el titulo de la Liga Nacional, novena que se mostraba como serio aspirante, como también era favorito para ir la Serie Mundial, y los jugadores de los Expos, jamás volvieron a tener una campaña tan importante como esa del 94, cuando a la fecha de la huelga, compilaban 74 victorias contra apenas 40 derrotas, y al año siguiente, en la temporada recortada, consiguieron 66 victorias y 78 derrotas.