Por:Alejandro Delmás
España ganó los dos puntos de la primera jornada. Nadal en tres sets. Cinco necesitó Ferrer. Hoy, la pareja Verdasco-López puede dar el punto definitivo a la Selección, pero el dobles formado por Berdych-Stepanek no ha perdido ninguna eliminatoria.
Una noche de drama bajo la cúpula del arquitecto Arata Isozaki, en el Palau Sant Jordi, desemboca en la antesala de otro momento histórico. Con un solo punto más en esta final de la Copa Davis, España, líder en la lista mundial de selecciones de la Federación Internacional, se convertirá también en el primer país capaz de revalidar la conquista de la Ensaladera en dos años consecutivos, desde Suecia, en 1997-98. Es 2-0: Rafa Nadal recuperó sus poderes especiales en su santuario terrestre y David Ferrer paró, resistió y templó a Radek Stepanek en una anochecida brutal.
Nadal tuvo el mérito de borrar de la pista y del mismo Sant Jordi al irregular gigante cañonero Tomas Berdych. Sepultado en la tierra de Nadal, Berdych pidió ir al lavabo a finales del segundo set. “Quería desaparecer de allí; pensé que quizá encontraría alguna solución si salía de la pista”. No, no había solución.
El jardín de Nadal.
Nadal iba a enterrar al ciclotímico checo bajo un insólito y homicida 13-0: desde 5-4 (y 0-30) para Berdych en el primer set hasta 4-0 en la tercera manga para Nadal, que había liquidado el segundo set en blanco: 6-0. La bola plana le anda a Berdych tanto o más que a Soderling y Del Potro. Pero en tierra batida, Nadal viste una armadura impenetrable. La caza constante de ángulos y liftados insospechados e inaccesibles desesperó a Berdych. El jardín de Rafael Nadal es rojo, es tierra batida.
Andaban Nadal y Berdych de conferencias de prensa, en los sótanos, cuando el Sant Jordi ya rugía bajo la cúpula de Isozaki: Ferrer y Stepanek se medían en una batalla feroz. Casi de salida, un 9-0 para Stepanek sentenció los dos primeros sets. Tras un mes sin competir, Ferrer ganó su primer servicio al cabo de una docena de juegos, cuando ya perdía 6-1, 4-1. El arsenal de Stepanek une agresividad, trucos, voleas, dejadas y golpes a botepronto (“sobrepique”, dicen en Latinoamérica), que hacen de cada punto una operación militar. Contra el asalto de Stepanek, Ferrer fue alzando un muro de piernas roqueñas y corazón indomable. Al cruzarse el Rubicón del tercer set, estaba claro: Stepanek se había metido en un lío, una maldita pelea de perros, a dentellada limpia. Al cruzarse las cuatro horas no había ganador. Al filo de la medianoche capituló Stepanek. Quinto set (¿15 asaltos?), 8-6 para Ferrer. Mucho drama, 2-0 y un punto para su cuarta Ensaladera. En la Davis, España es misión casi imposible.