Por: Julio Cesar Perez (ACD-NY)
Nunca se borrara de mi memoria aquella mañana del jueves 26 de Agosto del pasado ano cuando lo
que parecía un simple “dolorcito” de cuello y pecho se convertiría en un monstruo implacable que qui-
zo acabar con mi existencia. Esta vez he querido hacer esta narración como un vivo ejemplo de que las
adversidades se pueden enfrentar con rigor y fuerza de voluntad, sin importar como se presente!!
La noche anterior había cubierto desde el estadio de beisbol “Citi Field”, hogar de los METS, las inci –
dencias del juego entre estos y los Marlins de La Florida. Esa noche regrese a mi hogar sin ningún sintoma extraño en mi cuerpo. Hice las rutinas de rigor antes de ir a la cama, y al despertar al otro dia, sentí
un “cariñito”(como decimos nosotros a los dolores pequenos) en el pecho y cuello. No le preste mucha atención al pequeño dolor y proseguí con la agenda que tenia pautada para ese dia. Ya luego de desayunar y ver las noticias del dia, salgo a la calle para tomar el tren que me llevaría al lugar donde debía
reunirme con mi amigo Francis, el del programa “Las 5 Esquinas”. Ya dentro del tren, el “dolorcito” comienza a agrandarse, y aun asi, considero que no dormi bien durante la noche y que todo pasaría.
Al salir de la estación del tren de la 207 decido entrar a saludar a unos amigos que trabajan cerca de esa dirección, y no se, si mi orgullo de pequeño buerguez o mi dejadez, impidieron que les dijera lo que
me ocurria en esos instantes porque al salir de ese lugar el dolor comenzó a intensificarse. Continuo hacia el punto de encuentro con mi amigo Francis, crazo error, pues no bien camine media cuadra, cuando
ya mi cuerpo estaba cediendo a la debilidad de mis piernas, y el cansancio ya me estaba por derribar al suelo.
El dolor de pecho era mas profundo cada vez, llamo a Francis y le digo que si podía esperar hasta
las 3:00 p.m. (eran las 12:55 p.m.) ya que debía ir al hospital, porque sentía un dolor (nunca le dije que
tipo de dolor). No bien termine de hablar con Francis cuando comenzó el dolor a atacarme con una cruel
dad tal, que casi NO podía moverme. Prosigo caminando, me siento sin aliento, y ya sin poder dar un pa-
so, y en medio de la calle (207 y 208), desesperado, abro los brazos, un taxista me alcanza a ver, y rápida
mente me socorre.
Ya dentro del automobil le explico al taxista lo que creo que me ocurre: posiblemente un pre-infarto!!
El dolor sigue atacando y ya mi respiracion se esta complicando, comienzo a toser fuerte y continuo, eso
lo aprendi en algunos programas educativos donde los médicos aconsejan este método si uno siente los
síntomas de lo que podría ser un infarto al corazón. Estoy asustadiiissiiiiiimooo (yo pensé que era mas va
liente), la respiracion seguía acortándose. Llamo a mi madre, le explico lo que esta ocurriendo y que nos
encontramos en el Hospital “Medical Center”. Nunca paso por mi mente que a 11 cuadras había un Cen-
tro Medico, y es que, la circunstancia del momento NO me permitió percatarme de ello.
Cuando llegamos al hospital, salgo como un bolido (claro, despues de pagarle al taxista) le explico a la
recepcionista lo que me esta ocurriendo, esta me envía dentro del area de emergencia. Cuando abro la
puerta del lugar indicado, ooohh sorpresa, encuentro frente a mi unas 35 personas esperando, ver esto
motivo aun mas mi preocupación.Yo, con mi insoportable dolor de pecho, muy asustado le digo al po-
licia que custodiaba en el momento: tengo un infarto y ya no puedo respirar. Este gentilmente y veloz to
ma mi brazo y me lleva donde una enfermera, relato lo que me esta pasando, comienzan las preguntas
de rigor en estos casos: que si me ha dado este dolor en otra ocasión, que si tengo seguro medico, don-
de vivo, y un paquete de preguntas mas. Mi dolor no cede. Llega mi madre, ya yo estoy en una camilla y
con 2 sueros puestos (ustedes saben como son las madres en estos casos). Cuando vi a mi madre tan a-
flijida y preocupada, se deslizaron un par de lagrimas por mis mejillas, imagínense, yo que siempre he si-
do un lloron, con el susto encrutado en mi, no era para menos….jijijijiji.
Despues de haberme hecho 2 electrocardiogramas , chequeo de la sangre, mas otros análisis, llegan
unos 8 medicos, y sin esperar al camillero, salen conmigo como si fuese una carrera de automóviles. En
ese instante se apodero de mi una sensacion inexplicable: YA ESTO NO ERA COSA DE JUEGO,
esa rapidez con que me movilizaban en la camilla, me hizo entender inmediatamente que algo serio estaba
pasando Con voz temblorosa le digo en voz alta a mi madre que les avise a mis hijas y padrastro. Ya a mi madre le
habían buzcado una silla de ruedas para que pudiéramos llegar juntos, pero que va, era imposible alcan-
zarnos con la velocidad que me llevaban los médicos hacia la sala de cirugía (cosa que yo ignoraba).
Ya introducido en la sala de cirugía, otra vez comienzan las preguntas de rigor que les dije mas arriba,
y en esta ocasión hasta chistes hubo. Me explico: cuando me tienen acostado en la camilla de la sala de
cirugía, el medico jefe de grupo, me dice: tiene que firmar estos documetos porque tenemos que hacer
una pequeña cirugía y es necesario que usted firme. Yo, asustado y con mi dolor a rastro, le digo:
conmigo NO van a hacer experimento, y otra medico me contesta: Pues mire que usted tiene suerte, los experi
mentos se harán mañana. Todos rien, y el medico me dice muy seriamente: usted tiene un infarto al co-
razón. Uf, ese fue un momento tétrico para mi y sin pensarlo, con mi mano temblorosa, firme lo que pu-
do haber sido, los papeles con los que San Pedro me recibiría alla arriba por mi buena conducta….jijijiji.
Me imagino que los documentos decían: que si en caso de muerte, que si aquello, que si lo otro, etc.etc.
Inmediatamente firme el susodicho documento, comenzaron los preparativos de hacerme un Catecte-
rismo, algo de lo cual me entere luego de realizado, porque mis condiciones del momento NO me permi-
tian enterarme de lo ocurrido. Aun NO he perdido el conocimiento, pero despues de pasados unos minu
tos me siento débil, con los labios secos, y la respiracion se me esta iendo. Debil como estoy, trato de
decirle al medico que NO puedo respirar, estoy desesperado, y cuando ya se me esta iendo el aire y
pen-sando que ya acabo todo, pensé en una frase que quedara grabada por siempre en mi memoria hasta ir a la tumba:
QUE PENDEJAMENTE MEVOY. Os juro que estas palabras aun retumban en lo mas profundo de mis entranas!!
Luego de ese fatídico momento, no volvi a saber de mi, hasta que oigo una voz a lo lejos que me dice:
Julio estas aquí, Julio estas aquí, tose duro, tose duro, y yo comencé a toser y toser, y al cabo de unos se-
gundos, nueva vez, no supe de mi. Escucho una voz, era la del medico principal (como NO conocerla) y
me despierta y dice: julio, siente dolor? Y como arte de magia, algo increíble había ocurrido:
EL DOLOR HABIA DESAPARECIDO!! Le repondo al medico, no doctor, no siento nada (en verdad me sentía como si
nada hubiera pasado). Es en ese momento que comienza a explicarme el éxito de la intervención quirur-
ca, no sin antes advertirme que había que hacer otro cateterismo debido a que hubo unos inconvenien-
tes durante la intervención. Me explico que las arterias que van al corazón estaban tapadas y que solo se
pudo limpiar, primeramente, la que causo el infarto. Dijo que la la arteria que limpiaron, y que causo el
infarto, estaba 100% obstruida y la que queda por limpiar esta en un 80%, lo que quiere decir que estoy
vivo para contarlo.
Hay otra frase que se me quedo grabada y que hasta parece chistosa. Fue en el momento que me tras
ladaban a la sala de recuperación, en el camino me dice una medico: Julio NO mas Chicharron. Todos los
presentes tiraron una carcajada que me hizo reir. Lo del chicharron, claro esta, se refería a no volver a co
mer grasas, cosa que hasta hoy dia he tratado de evitarla sin contemplación. Al llegar a la sala de recupe
racion comenzaron los momentos mas emotivos. Ver a mi madre, mis hijas, mi padrastro, toda la familia
mis amistades, fue algo indescritible. Sabia que se me tenian aprecio, pero nunca pensé que fuera de tal
magnitud. De verdad que ese momento y luego los días posteriores, donde decenas de visitas y llamadas
de todo el mundo se hicieron presentes, me hizo sentir muy querido. Ese hermoso gesto de todas esas
persona será imperecedero por siempre para mi y tengan por seguro que aquí siempre tendrán un ser humano
a su disposicion y presto a servirles en cualquier circunstancias!! Por falta de espacio no me he
posible terminar de narrar esta tétrica y funesta historia, pero antes de terminar quiero advertirles con
energía que la vida es única y hay que preservarla. CUIDENSE LA SALUD, no tengas miedo de hacer su vi-
sita al medico. Comamos mas sano. No descuidemos la salud, sepa usted que cuando me atrapo el infar-
to al corazón, yo llevaba, supuestamente, una vida que crei sana hasta ese perturbador momento, pero
calladamente mi corazón estaba siendo arropado por algo que uno piensa que solo es posible en las per-
zonas obesas (gordas), pero como “saber es recordar a tiempo”, se me olvido una palabra: COLESTEROL.
Si, el colesterol me arropo el corazón y me quizo llevar hacia la muerte y yo NO lo sabia. Prevenir a tiem-
po es de sabio, NO NOS DESCUIDEMOS!! Cuando sintamos cualquier dolorcito en el pecho u otra parte
del cuerpo, salid rápido al medico porque eso nos puede salvar la vida, porque si no fuera asi, entonces no
tuviera VIVITO Y COLEANDO. Al despedirme quiero decir que: no tendre fortuna en abundancia pero
si puedo decir con voz erguida: TENGO UN MILLON DE AMIGOS. Hasta aquí su columna preferida. Adios.