En una carrera muy diferente a la de 2010, décimo podio del año del asturiano, segundo tras Hamilton. Vettel tuvo que abandonar en la primera vuelta tras sufrir un pinchazo y dañar la suspensión de su coche
Es amplia, abierta, sincera, sobre todo eso, la sonrisa de quien se sabe el mejor a pesar de todo, del que está satisfecho con su trabajo. Fernando Alonso, el mismo piloto que un año atrás lloraba desconsolado en una esquina, sonreía ayer en la puerta de la caseta de Ferrari. La vida… vivir y no pensar, el carpe diem y todo eso… Aquel día de nefasto recuerdo, nadie más allá de sus amigos le echaba la mano por encima y lamentaba su decepción.
Pero eso fue en otra vida, en otro momento, ayer todo estaba decidido, salvo el honor, palabra vieja que recupera su sentido en la existencia de estos héroes que vuelan en el asfalto. Y ahí Fernando tenía una deuda con el destino, con sus iguales. Son muchos los que admiran lo que el asturiano está haciendo con el tercer coche de la parrilla, pocos en el paddock los que se atreven a discutir su condición de número uno. ¿Cómo es posible si Vettel es campeón y ha ganado once grandes premios este año? Por carreras como la de ayer, te responden, porque sólo él es capaz de llevar ese Ferrari hasta el segundo puesto.
Lo único malo es que sólo Hamilton es capaz de aguantar el empuje del español y lograr la victoria. Pero para llegar ahí tuvieron que pasar muchas cosas, la más importante que llegara la excepción, el fallo, el mal día de la escudería azul. Y el primer abandono de Vettel. Fue en la vuelta de calentamiento cuando el neumático trasero derecho de su Red Bull sufrió un pinchazo que provocó su salida de pista en la primera vuelta, dañó la suspensión y tuvo que retirarse en su primer cero del año. Mal día para los monoplazas energéticos, primero del año sin podio de Vettel o Webber. Porque el australiano entró a poner los neumáticos duros en la última vuelta en una estrategia digna del desaparecido en combate Chris Dyer… en otra vida. Eso sí, Mark consiguió su sexta vuelta rápida de la temporada, el doble que su compañero germano.
Tras una gran primera vuelta de Fernando y con Vettel fuera, la carrera fue un duelo de magos entre Hamilton y Alonso. Ganó el inglés, por su evidente talento, porque no cometió un solo error y también porque su McLaren es, ahora mismo, mejor coche que el Ferrari y, sobre todo, trata mejor los neumáticos. En las últimas vueltas Fernando ya pensaba más en el lugar en que iba a poner el trofeo que en la victoria. Porque era imposible. Con las gomas duras el coche rojo no aguantaba a la Flecha de Plata con su ya celebre problema de calentamiento de los compuestos. Ahora ya tiene todos los trofeos, le faltaban Valencia, India y Abu Dhabi, pero ya ha subido al podio de todos los circuitos del calendario.
Mientras, Alguersuari sufría a su equipo en un primer pit stop interminable de 45 segundos, finalmente terminó decimoquinto. En el mismo puesto pese a su sanción por ignorar banderas azules. Fue la nota negativa para los españoles, porque este año todo fue muy distinto en una ironía más del destino. Inevitable pensar en el pasado, si Vettel… si Petrov, que ayer se salió de pista en un par de curvas, si Alonso, si… si… Pero eso fue en otro momento, en otro año, en otra vida, cuando había lágrimas. Ayer regresó la sonrisa. Buen presagio para el futuro. Ayer sólo se trataba del honor. Que no es poco.