Dusty Baker Jr., ha desarrollado una brillante carrera en las Grandes Ligas, como pelotero y como capataz. Justin Verlander es el ejemplo de la perseverancia, de la disciplina y del sacrificio. Y Jeremy Peña es el labrador que empieza a sembrar en busca de la gran cosecha
POR ANTONIO ANDRAUS BURGOS
Johnnie B. Baker Jr., ese es su nombre de pila, así lo bautizaron.
Pero en el mundo deportivo, nadie conoce a Johnnie B. Baker Jr., pero cuando usted habla de Dusty Baker Jr., otro gallo canta.
A sus 73 años, se convirtió en el estratega de mayor edad en conquistar una anillo de Serie Mundial; en el noveno técnico en ganar títulos tanto en la Liga Americana como en la Liga Nacional; en el duodécimo capataz afroamericano en dirigir en las Grandes Ligas; en el primer dirigente afroamericano en obtener 2.000 o más triunfos en la Gran Carpa; en el primer adiestrador afroamericano en acumular 50 o más triunfos en postemporada; y en el primer afroamericano en conquistar nueve títulos divisionales con cinco distintos equipos en los circuitos del Béisbol Organizado.
Eso hace parte de su indeleble carrera como timonel en equipos de las Grandes Ligas.
Como pelotero, también dejó una estela de clase, de calidad, de pundonor y de grandeza, incluyendo la conquista de un anillo de Serie Mundial, con los Dodgers de Los Ángeles en 1981; dos Bates de Plata y un Guante de Oro; Jugador Más Valioso de la Serie por el Campeonato de la Liga Nacional de 1977; dos Juegos de Estrellas y su participación en cuatro Clásicos de Otoño. Todo eso conforma su elogiada hoja de vida.
Ocho años con los Bravos de Atlanta; otros ocho con los Dodgers, uno con los Gigantes de San Francisco y dos más con los Atléticos de Oakland, para 19 años de permanencia en la Gran Carpa.
Y vean lo que hizo sobre los diamantes. Participó en 2.039 partidos, con 1.981 indiscutibles en 7.117 turnos, para ofensiva de 278 de por vida; con 242 cuadrangulares, 1.013 carreras remolcadas y 964 anotadas; en tres temporadas bateó sobre 300 o más y en 1977, desapareció 30 envíos de sus lanzadores rivales, su mejor marca en ese departamento.
Jugó en cuatro Series Mundiales, sumando 40 partidos, con promedio de 282 a la ofensiva, producto de 42 inatrapables en 149 turnos; despachando 5 jonrones, impulsando 21 carreras y anotando 23.
En plan de capataz
Con los Gigantes de San Francisco, Dusty Baker Jr., llega por primera vez a tomar las riendas de una novena en las Grandes Ligas, en 1993, permaneciendo al mando hasta el 2002.
Luego va a dirigir a los Cachorros de Chicago, entre 2003 y 2006; llega a la dirección de los Rojos de Cincinnati entre 2008 y 2013; vuelve como capataz en el 2016 con los Nacionales de Washington y se queda para el 2017; y, finalmente, aterriza en Houston a manejar a los Astros en el 2020, después del sinsabor del club por el robo de señas en la temporada del 2017, hasta la fecha.
En estos cargos también ha hecho historia, porque al lado de los ganadores de los Clásicos de Octubre como Cito Gaston, con los Azulejos de Toronto, y Dave Roberts, con los Dodgers de Los Ángeles, miembros de su raza, Baker arriba al pináculo cuando, ¡por fin!, gana la Serie Mundial con los Astros, este 2022.
Es que ha ganado nueve títulos divisionales con cinco equipos diferentes en ambos circuitos y en tres ocasiones ha dirigido en el Clásico de Otoño, pero no había alcanzado la gloria de un anillo de la Cita de Otoño.
Dolorosa derrota
‘’Lo que ha hecho ha sido increíble con múltiples equipos, múltiples personalidades y múltiples situaciones’’, le dijo el lanzador John Smoltz, miembro del Salón de la Fama, quien se desempeñó como analista de la Serie Mundial para FOX, al periodista Bill Ladson. Y le agregó: ’’Este juego puede ser cruel en la postemporada, individualmente, colectivamente y en términos de gestión. Ha sido más que injusto para Dusty. Es hora de que reciba su merecido’’.
Ciertamente, con 2.093 victorias en las Grandes Ligas, ya era hora para que Baker ganara la Serie Mundial, y lo hizo, con ese carisma que tiene, por esa forma en que trata a sus peloteros, por esa manera de ser, siempre alegre y dispuesto a darlo todo por el juego, en el momento mas propicio de su carrera como adiestrador, porque seguramente su retiro está a la vuelta de la esquina.
El recuerdo mas doloroso para él, fue la derrota dirigiendo a los Gigantes en el clásico de 2002, cuando a 8 outs de concluir el sexto juego ante los Angelinos de California, para conquistar la corona, quizás dejó más del tiempo necesario a su lanzador abridor, Russ Ortiz, para ceder una ventaja de 5-0 y caer finalmente 6 carreras por 5, y al día siguiente, en el séptimo desafío, perder la Serie Mundial, por tablero de 4 carreras a 1.
Bueno. Y lo de hace un año frente a los Bravos de Atlanta también en el Clásico de Otoño. Los Astros eran los favoritos y no ganaron, porque los Bravos aprovecharon todos los momentos que tuvieron a su favor, incluyendo el formidable sexto juego con el zurdo Max Fried en la lomita, quien los dominó, para asegurar la corona al triunfar por pizarra de 7 carreras a 0, en Houston.
Ya todo eso pasó a ser historia. Pero con todos los pergaminos obtenidos, Dusty Baker Jr., tiene un paso adelantado para esperar, mas temprano que tarde, un nicho en el Salón de la Fama. De eso no nos cabe la menor duda.
El veterano Verlander
Con sus 39 años — bien pronto estará sobre los 40 —, sigue demostrando que es ejemplo de perseverancia, de disciplina y de sacrificios, para seguir triunfando en la Gran Carpa.
Sí. Justin Verlander reúne todo eso, y cada vez que sube a la lomita, prueba su consistencia, su versatilidad, su carácter en el juego. Todo lo tiene para ser ciudadano de Cooperstown, pero le hacia falta un anillo de Serie Mundial, para rubricar su distinguida y brillante carrera. Este año lo acaba de conseguir.
En la temporada que terminó, Verlander tuvo marca de 18 ganados y 4 perdidos, con el microscópico guarismo de 1.75 carreras limpias por juego, en 28 aperturas, con 185 abanicados en sus 175 episodios laborados y apenas 29 bases por bolas otorgadas.
Justin con todo lo que ha hecho en su ilustre carrera, en 17 años de estar en la Gran Carpa, redondea indiscutibles e irrebatibles logros para estar camino al Salón de la Fama, una vez concluya sus actividades como pelotero activo.
Con sus 244 triunfos y 133 derrotas, para 3.24 carreras limpias por juego de por vida; con sus 3.163 entradas laboradas y sus 3.198 abanicados, en sus 482 partidos como abridor, con 105 juegos sin decisión; otorgando 880 bases por bolas, 27 de ellas de manera intencional; y con sus 1.235 carreras permitidas, de las cuales 1.139 limpias, con 104 bateadores golpeados, Verlander debe tener separado un cupo en la elección para ir al selecto grupo de los inmortales.
Primer triunfo
Sin embargo, Justin caminaba merecidamente entre los mejores de los mejores lanzadores en este nuevo siglo del Béisbol Organizado, pero sabía que le hacía falta algo para sellar su pasaporte a Cooperstown: un triunfo en una Serie Mundial.
Participando en nueve postemporadas — cinco con los Tigres de Detroit y cuatro con los Astros de Houston — y con ocho aperturas en el Clásico de Otoño, Justin no había sumado una victoria, pero sí seis derrotas y dos partidos sin decisión.
Y este pasado 3 de noviembre, en el quinto juego de la Serie Mundial, en el ‘Citizens Bank Park’ de Filadelfia, cuando marcaba su novena apertura en Series Mundiales, después de permitir un tablazo de circuito completo de Kyle Schwarber en la primera entrada, de los Filis, Verlander se las ingenió para transitar cinco episodios, y conseguir su primera victoria, al dejarlo ganado 2 a 1, y finalmente los Astros vencieron 3 a 2, para forzar el sexto juego de la gran final.
La reseña histórica del juego, muestra que Verlander se enfrentó a 23 bateadores, utilizando 94 lanzamientos, 58 de los cuales fueron buenos; permitió 4 indiscutibles, incluyendo un jonrón y un doble, 1 carrera permitida, limpia por cierto; concedió 4 bases por bolas y ponchó a 6, en las cinco entradas trabajadas.
¿Ganará otro?
Todo es susceptible de mejorar, y una nueva victoria en Series Mundiales para Justin Verlander, sería el cierre con broche de oro para su ya brillante carrera en las Grandes Ligas.
Ahora mismo está en la agencia libre, cuando estamos escribiendo estas líneas, pero las ofertas seguramente aparecerán y de acuerdo con sus condiciones físicas, Justin puede pensar en dos o tres años más en seguir creciendo con sus estadísticas como lanzador.
Con cinco apariciones en el Clásico de Otoño, Verlander acumula 1 victoria y 6 derrotas, con 2 partidos sin decisión; con 5.63 carreras limpias por juego; abanicando a 50 bateadores en 48 episodios laborados y otorgando 20 bases por bolas.
Para sus nueve postemporadas, Verlander suma 16 triunfos y 11 derrotas, en 35 juegos, con 8 partidos sin decisión; 3.64 carreras limpias por juego; 230 abanicados en 207 y 2 tercios de entradas, con 68 bases por bolas cedidas.
Y ahora, Jeremy
Por edad, dignidad y futuro, en ese orden, hemos escrito la nota de hoy, dejando para el cierre al novato dominicano Jeremy Peña, cuya carrera empieza de manera fulgurante y de quien se espera, con la disciplina, el esfuerzo, el amor por el juego y el disfrutar del mismo, que logre todas las metas que se ha propuesto.
Jeremy despunta en el mundo del béisbol con condiciones y talento indiscutibles, pero todo dependerá de él y su responsabilidad, para que el tiempo por venir sea tan auspicioso y brillante, como el que acaba de terminar en este 2022 con los Astros de Houston.
A sus 25 años, ‘La Tormenta’ de Santo Domingo, cómo lo apodan, acumuló todos los honores que se le pueden otorgar a un pelotero en la temporada, en la postemporada y en la propia Serie Mundial, al ser declarado ‘Jugador Más Valioso’.
Tuvo una final de sensación. Productivo en los momentos más importantes de los juegos, bateando para 400 en el Clásico de Otoño, frente a los Filis de Filadelfia, con 10 imparables en 25 turnos, con un jonrón, dos dobles, 3 carreras impulsadas y 5 anotadas, una base por bolas y ponches; también se adjudicó el trofeo ‘Jugador Más Valioso’ en la Serie por el Campeonato de la Liga Americana, con 353 al bate, 6 indiscutibles en 17 turnos, 2 cuadrangulares y 2 dobles, 4 remolcadas y 3 carreras anotadas, ante los Yanquis de Nueva York.
Guante de Oro en su posición de torpedero en la campaña, ha hecho olvidar con relativa facilidad al boricua Carlos Correa, quien ocupaba la posición hace apenas un año, porque su defensiva es envidiable y su ofensiva ha respondido a todas las expectativas que se tejían a su alrededor.
De ahora en adelante, Jeremy tendrá que demostrar que su año de éxito como novato no lo es todo, y que lo que está por venir, será parte de su meta como atleta y como pelotero. De él, sólo de él y nada más que de él, dependerá su futuro.
Estas tres figuras, todas de los Astros, merecían este capítulo que le hemos dedicado; porque en el caso de Dusty Baker Jr., ha desarrollado una brillante carrera en las Grandes Ligas, como pelotero y como capataz; en el de Justin Verlander, porque es el ejemplo de la perseverancia, de la disciplina y del sacrificio; y en el de Jeremy Peña, porque es el labrador que empieza a sembrar en busca de la gran cosecha.-