El mexicano Fernando Valenzuela, con merecido homenaje por parte de los Dodgers, su amada franquicia.
POR ANTONIO ANDRAUS BURGOS
De entrada hay que decir que ninguno de los tres destacados peloteros latinos que han sido exaltados en los últimos días por las franquicias a las que pertenecieron en el béisbol de las Grandes Ligas, dada su trayectoria, tienen cupos asegurados para ir al Salón de la Fama.
Esa es la máxima distinción a la que un jugador que llega a la Gran Carpa puede aspirar. Pero cientos de miles que han pasado por el Béisbol Organizado, mas de 20 mil, no han alcanzado la ciudadanía de Cooperstown. Sin embargo, sus actuaciones les permiten ocupar un sitial de honor dentro de la novena para la cual, con mucho orgullo y entrega, han pertenecido y han dejado huella con sus actuaciones.
Ese es el caso del lanzador zurdo mexicano, Fernando Valenzuela; del toletero dominicano José Bautista y del lanzador derecho venezolano, Félix Hernández, todos figuras en los años en donde defendieron los uniformes de los Dodgers de Los Ángeles, los Azulejos de Toronto y los Marineros de Seattle, respectivamente.
Coincidencialmente, Valenzuela y Hernández han sido distinguidos por los Dodgers y los Marineros, al retirar el número 34 de los uniformes de dichas novenas y exaltarlos al Salón de la Fama de cada una de esas divisas; mientras que Bautista recibe por parte de los Azulejos, la mención de Excelencia, como ex integrante del equipo.
‘Fernandomania’
Después de Sandy Koufax, el zurdo de oro de los años 60; de Don Sutton y Don Drysdale, años más tarde; y recientemente del también zurdo Clayton Kershaw, el mexicano Fernando Valenzuela acaparó titulares y emotiva admiración por parte de los aficionados de los Dodgers, a su paso por la novena que lo elevó a la categoría de ídolo.
Valenzuela despertó tanto entusiasmo entre los aficionados de los ‘esquivadores’ en los años 80, que su presencia permitió que se desarrollara la inolvidable fiebre de la ‘fernandomanía’, un indiscutido hecho que ‘contagió’, como un virus, a la afición de los Dodgers.
Hoy día, Valenzuela es analista del canal de TV del equipo, y después de pertenecer 11 años a la organización, jugó con los Angelinos de California, los Orioles de Baltimore, los Filis de Filadelfia, los Padres de San Diego y los Cardenales de San Luis.
Su mejor año con los Dodgers fue en 1986, con 21 ganados y 11 perdidos, 3.14 carreras limpias por juego; 242 ponches propinados; 85 bases por bolas otorgadas, 5 de ellas, de manera intencional.
Pero en la compilación general en las Grandes Ligas, el hijo de Navojoa, apenas pudo sumar 173 triunfos contra 153 derrotas, con 3.54 de efectividad; con 2.930 episodios laborados; 2.074 abanicados y, aún cuando muchos no lo crean, 2 juegos salvados, en plan de relevista.
Ganó dos anillos de Series Mundiales, ambos con los Dodgers, en los Clásicos de Octubre de 1981 y 1988. Pero también obtuvo los galardones de ‘Novato del Año’ de la Liga Nacional en 1981 y ese mismo año, alcanzó el cotizado trofeo ‘Cy Young’, como mejor lanzador de la temporada. Y ganó dos Bates de Plata como lanzador, en los años 1981 y 1983, por su destacada e indiscutida ofensiva.
‘El Toro’ de Navojoa, cómo bien se aprecia, no pudo llegar a las 200 victorias como tampoco a los 3.000 ponches, dos estadísticas que eventualmente le hubiesen asegurado muchas posibilidades para llegar al Salón de la Fama.
Alguien recientemente nos decía que la esperanza es lo último que se pierde; y para el caso de Valenzuela, esa esperanza está ahora en manos del Comité de Veteranos del béisbol de las Grandes Ligas, que eventualmente podría tenerlo en cuenta, más adelante, para exaltarlo a Cooperstown.
Por ahora está en el Salón de la Fama de los Dodgers, su equipo amado, su franquicia deportiva y su ‘casa’ natural dentro del béisbol.