WASHINGTON (Reuters) – El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, intentó reunir apoyo de los ciudadanos estadounidenses para la guerra en Afganistán, en el octavo aniversario de los ataques del 11 de septiembre, mientras sondeos muestran una baja en el respaldo público al conflicto.
“Renovemos nuestra determinación contra los que perpetraron este acto bárbaro y siguen conspirando contra nosotros”, dijo Obama el viernes en una ceremonia sombría a la que acudieron unas 500 personas en el Pentágono, en Washington.
“Nunca flaquearemos en nuestra búsqueda de Al Qaeda y sus aliados extremistas”, expresó el mandatario antes de depositar una corona en un monumento conmemorativo de los fallecidos en el Pentágono el 11 de septiembre del 2001.
Ese día, el vuelo 77 de American Airlines procedente del aeropuerto internacional Dulles, en Washington, se estrelló contra el cuartel central del Ejército de Estados Unidos, causando la muerte de 125 personas, junto a la de los 59 pasajeros y tripulantes del avión y cinco secuestradores.
Los secuestradores de Al Qaeda tomaron el control de cuatro aviones de pasajeros el 11 de septiembre y estrellaron dos contra las Torres Gemelas, en Nueva York, y un tercero en el Pentágono.
El cuarto, el vuelo 93 de United Airlines, se estrelló en un campo de Pensilvania después de que los pasajeros y la tripulación intentaron retomar el control del avión. En total, murieron unas 3.000 personas.
La vulnerabilidad luego de los ataques del 11 de septiembre todavía se hacía sentir el viernes cuando la Guardia Costera de Estados Unidos desató una alarma de seguridad durante un ejercicio de entrenamiento en el corazón de la capital estadounidense. El ejercicio se realizaba en el río Potomac cerca del Pentágono, poco antes de la llegada de Obama.
En Nueva York, familiares de los fallecidos en el World Trade Center se turnaron para leer los nombres de las víctimas, agregando comentarios personales sobre sus seres queridos, mientras flautistas y violinistas tocaban una música solemne.
La lectura de los nombres se realizó en un pequeño parque ubicado frente al sitio del World Trade Center, que actualmente es una gigantesca zona de construcción en donde se planea levantar cuatro rascacielos, un museo nacional y una plaza conmemorativa.
DESCONTENTO CRECIENTE
Pero hay un descontento creciente sobre la guerra en Afganistán, que ya lleva ocho años y que comenzó cuando Estados Unidos invadió el país en respuesta a los atentados, para expulsar a Al Qaeda y acabar con el régimen talibán que los apoyaba.
Los sondeos muestran un apoyo menguante hacia la guerra lanzada por George W. Bush como parte de su “guerra mundial contra el terrorismo”, que definió su presidencia.
Washington está en un debate interno sobre si aumentar el número de soldados. El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo el viernes que, en cualquier caso, no se espera una decisión sobre el nivel de tropas por “muchas, muchas semanas”.
Obama, que ha ordenado el despliegue de 21.000 soldados estadounidenses más como parte de una nueva estrategia centrada en Afganistán y Pakistán y cuyo objetivo es Al Qaeda y sus aliados talibanes, ha intentado reforzar el apoyo a un conflicto bélico que no va bien para Estados Unidos ni para la
OTAN.
En un discurso pronunciado el mes pasado ante veteranos del Ejército, Obama la denominó una “guerra de necesidad” y dijo que aquellos detrás del 11 de septiembre planeaban matar a más estadounidenses.
El cerebro de los atentados, el líder de Al Qaeda Osama bin Laden, no ha sido encontrado y las autoridades estadounidenses creen que se esconde en las zonas tribales de Pakistán fronterizas con Afganistán.
Con un récord de 44 soldados estadounidenses muertos en Afganistán en julio y las elecciones presidenciales afganas ensombrecidas por acusaciones de fraude, Obama enfrenta una batalla cuesta arriba para persuadir a sus socios demócratas en el Congreso de la necesidad de más recursos para la guerra.
El presidente de la Comisión de Servicios Armados del Senado, el demócrata Carl Levin, señaló el viernes que Estados Unidos debería enfocarse en aumentar el nivel de tropas afganas antes de considerar enviar más tropas.
Levin dijo que pensaba que el comandante general estadounidense en Afganistán, Stanley McChrystal, propondría elevar el objetivo para un Ejército afgano expandido a 240.000 efectivos para el año 2013, superior a la meta actual de 140.000.
Las encuestas muestran que los estadounidenses están menos preocupados por el terrorismo y en un sondeo de Gallup llevado a cabo en junio, sólo el uno por ciento lo consideró el problema más importante que afronta el país.
(Reporte adicional de Edith Honan en New York; Deborah Charles, Susan Cornwell y Jeff Mason en Washington, editado en español por Lucila Sigal)